Day 1 – Fool

A decir verdad a pesar de ser algo melancólico no suelo aferrarme a las primeras veces como muchos otros lo pueden llegar a hacer; pero jamás podré olvidar aquella primera vez que mezcle bebidas alcohólicas, puesto que dicho evento pudo haber terminado de una muy mala forma.

 Cursaba yo segundo semestre de física en la Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá, por aquella época era un pequeño de tan solo 16 años, ya habían pasado algunos meses de haber iniciado mi vida universitaria  y poco a poco me estaba ajustando a ella. Yo, que durante mi paso por el colegio asistía muy pocas veces a aquellas fiestas clandestinas organizadas por mis compañeros, no sabía que era mezclar bebidas alcohólicas y el por qué no se debía hacer puesto que la pasaba parte de mi tiempo en uno de los grupos académicos que había en el colegio, y fue por está razón que al iniciar mis estudios en la universidad me di cuenta del sinfín de actividades entre ellas, la posibilidad de hacer parte de los grupos institucionales a los cuales se puede uno unir si así lo quiere, en mi caso yo decidí hacer parte del grupo institucional de zancos puesto que es algo que he siempre admirado y me llamaba muchísimo la atención. Adicional a esto la idea de hacer tomar parte en actividades en las cuales no tuviera que pensar en fórmulas o números me parecía una buena forma de escapar de los pasillos de la facultad de física en los cuales pasaba la gran mayor parte del día. Fue allí en este grupo donde empecé a conocer personas de otras carreras, de semestres muchos más avanzados; ellos me enseñaron muchas cosas y compartían conmigo su conocimiento acerca de esa vida universitaria en la cual yo apenas me estaba iniciando.

 Recuerdo con nostalgia la celebración anual Carnaval Universitario porque es allí donde todos los grupos institucionales dan a conocer el fruto del arduo trabajo y la participación del grupo de zanqueros hace parte de esta tradición, generalmente son los encargados de llevar los pendones más vistosos para atraer gente. Porque no hay que negar que la curiosidad de algunos se despierta al ver a unas cuantas personas con disfraces de colores llamativos caminando en unas estructuras de madera de al menos un metro y medio. El carnaval terminó en aplausos y un sin número de peticiones para posar en las fotos de los asistentes, luego en la privacidad de las oficinas de administración se nos invitó algo de vino para celebrar el éxito del evento; ya después de algunas modestas copas, después volvimos al estadio a guardar nuestros zancos y disfraces, a cambiarnos a nuestra ropa habitual.

 Fue luego de estar desmaquillados que alguien del grupo sugirió ir a comprar algo de alcohol para seguir celebrando. Yo que poco sabía dónde comprar alcohol un miércoles en la tarde alrededor de la universidad sencillamente puse el dinero para la vaca₁ y seguí a los otros, en total éramos 6 personas. Quienes tenían más experiencia del grupo sugirieron ir a comprar Old John, Chin-chin, es aquí donde debo aceptar que sabía de la mala reputación de los mismos pero no me importo mucho, ¡ah! y cerveza.

 Después de haber recogido el dinero y haber empacado todo salimos por la entrada de la calle 26 porque por ahí alguna de esas tienditas que abundan nos podía vender dichas cosas, en esas épocas era más o menos sencillo entrar a la UN alcohol y como había más estudiantes de ciencias sociales la decisión fue ir al famoso Freud, que para aquellos que no estudiaron o no han estado en la UN es un lugar frente a la facultad de Sociología. Ahora la razón por la cual dicho lugar es famoso es porque allí hay un pastal gigantesco en el que la gente se sienta a relajarse -algunos empleando la ayuda de bebidas y/o cigarrillos con contenido alucinógeno.- Eran algo así como las 5 de la tarde cuando se abrió la primera botella, la del Viejo John y ese trago entró en reversa les digo cosa para saber más feo, pero una vez más no importó. Seguía y seguía hasta el punto en que las dos primeras botellas de ese bendito trago se acabaron y fue entonces allí cuando yo pedí una cerveza para cambiar un poco el mal gusto que tenía en la boca. Ese fue mi primer error, el sabor que tenía en la boca desapareció pero mi cabeza empezaba a dar vueltas y las ganas de ir al baño eran más constantes pero adicional a esto también había una euforia que hacía todo un poco más hilarante.

 Las cervezas se iban acabando y poco a poco la euforia grupal se fue enfocando en abrir las dos botellas que restaban, dichas botellas eran las de Chin-chin. . Y este fue el segundo error en esta mezcla de bebidas que parecía no tener fin pero que estaba llevando mi cuerpo a un límite que yo aún no conocía. En algún punto de la noche ya estaba en un completo estado de ebriedad para evitar vomitarme encima -cosa que falle- debido al mareo, me levanté y empecé a dar vueltas alrededor de un pequeño árbol que había cerca a nosotros mientras que una de mis compañeras me decía que caminara levantando las rodillas como si estuviera caminando en zancos, ha pasado ya mucho tiempo desde esto y es la hora que no entiendo cómo me podría esto ayudar con mi mareo. Pero yo no era el único al que el alcohol estaba afectando, una de las chicas que tenía más o menos mi edad también estaba pasando un muy mal rato con la única diferencia que ella quería correr por todo, parte del grupo se concentró en mantenerla sentada pero por culpa de la cerveza y las ganas constantes que produce de ir al baño el grupo se dividió en dos, hombres y mujeres, acompañando a los dos borrachos al baño y en dicho proceso a mí me empezó a dar por alguna razón mucho frío, al punto en que para mantener mi calor corporal mis compañeros me tuvieron que abrazar y frotar el cuerpo constantemente con la mala suerte de que nada servía así que procedimos a llamar mi madre para que viniera a recogerme de la universidad y me llevara a casa, yo entregué mi teléfono y alguien llamó, informó de la situación y mi madre pidió un taxi a la universidad yo calculo que tomó unos 30 minutos en llegar y durante ese tiempo la otra chica que estaba pasándola mal empeoró al punto en que le dio hipotermia y la ambulancia tuvo que ser llamada, mi madre llegó con una tía, que venía conduciendo su moto, a la universidad y allí estaba yo en los brazos de una compañera.

 Mi madre me levantó del piso y yo le dijo adiós a todos mientras en medio de mi estado de ebriedad pensaba que mi madre me iba a regañar muy fuerte por haber bebido mucho pero, para mi sorpresa, no fue así. Lo único que mi madre hizo fue detener un taxi mientras me decía en medio de un mar de lágrimas que no hiciera eso de nuevo, que la preocupé mucho. Sobra decir que lo de mezclar alcoholes ha seguido pasando en mayor o menor medida con el transcurrir de los tiempos pero ahora procuro hacerlo en lugares que no sean a campo abierto y en un ambiente un poco más controlado.

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